
Para los que trabajan en la integración
social y laboral de los discapacitados, como los responsables de Equa, el paso
dado por Defensa es el cumplimiento de una histórica demanda. “Los concursos
públicos de plazas siempre hacían reservas para discapacitados. Pero no hacían
distinción entre psíquicos y físicos. Alguien en sillas de ruedas hacía el mismo examen que alguien con
síndrome de Down”, explica Carlos Paradas, miembro de Equa. “Si el examen se
adaptaba a un ciego y se creaban puestos especialmente pensados para personas
sin movilidad, los discapacitados intelectuales también tenían ese derecho”. Y,
tras alguna experiencia local y regional, Defensa adaptó su examen para cubrir
25 plazas de ayudantes de gestión en sedes militares de España. “Se han tenido
que estudiar la Constitución y el Estatuto pero la prueba estaba preparada para
ellos”, detalla Gala Domínguez, quien ha sido mediadora de Fátima en su paso por
Equa.
Ha pasado un año desde que Fátima se ponía ante el ordenador
tapándose la cara con las manos y, entreabriendo nerviosa los dedos, buscaba su
nombre con las notas en la página
web del Ministerio. “Yo no quería mirar”, recuerda divertida. Fueron días de
mucha inquietud. “Para mí el examen fue fácil. Pero porque me lo preparé muy
bien”, dice orgullosa. “Iba los miércoles a la asociación para que me ayudaran.
Estudiaba todas las tardes. Salía menos. Los días antes del examen me quedé en
casa varios fines de semana”, enumera. Y la recompensa vino cuando aquella
pantalla le dijo que había sacado la plaza a la que ella aspiraba en la Escuela
de Suboficiales de San Fernando (Cádiz). Tuvo que mirarla varias veces hasta
que se lo creyó. Había conseguido un empleo fijo
para toda la vida.
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